1968, XIX JUEGOS OLIMPICOS
En 1968, México contrajo el
compromiso de organizar los Juegos Olímpicos. Parecía un reconocimiento
internacional al "milagro mexicano". La agitación estudiantil
generalizada conmovió al mundo en ese año. Nació en las universidades de
Estados Unidos, se propagó a Alemania y tuvo su punto más alto en mayo,
en París. En el verano de 1968 esta inquietud apareció en México, ante
el nerviosismo de un gobierno preocupado por su imagen internacional en
los Juegos Olímpicos.
2 de octubre de
1968
Ante las
constantes agitaciones estudiantiles, el presidente Gustavo Díaz Ordaz
(1964-1970) actuó con dureza, pero en lugar de resolver el movimiento
estudiantil, lo hizo crecer.
Se sucedieron manifestaciones concurridas y
acciones severas del gobierno en respuesta.
El 2 de octubre, días antes de la
inauguración de los XIX Juegos Olímpicos, un mitin estudiantil fue
disuelto por el ejército en Tlatelolco. Muertos y heridos estremecieron
al país entero: fue La
noche de Tlatelolco. El milagro mexicano había llegado a su fin
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El movimiento de 1968 y la cultura
política
El movimiento estudiantil puso de manifiesto la necesidad de un
cambio en la cultura política de la sociedad mexicana, para iniciar así
un proceso de transición a la democracia que, a partir de entonces, ha
transucrrido de manera lenta pero efectiva, y se ha reflejado en
diversos planos de la vida política nacional. Como consecuencia de
este movimiento se cuestionó la validez del modelo de desarrollo y se
replanteó el fortalecimiento del papel del Estado como árbitro de los
conflictos sociales y promotor natural de las soluciones
negociadas.
Repercusiones del movimiento de
1968
El movimiento estudiantil de 1968 fue el arranque de la nueva
crisis de México. No fue una crisis estructural que pusiera en
entredicho la existencia de la nación; fue sobre todo una crisis
política, moral y psicológica, de convicciones y valores que sacudió los
esquemas triunfales del gobierno. Hasta 1968, la estructura del
poder en México se mantuvo estable, pero sin la existencia del juego
político necesario que permitiera la expresión de una sociedad que había
ido creciendo y diversificándose. El movimiento estudiantil de 1968 fue,
al menos en parte, la expresión de un sector de la sociedad que
demandaba mayor participación en un sistema político que no se había
transformado. Removió de manera importante la necesidad de empezar a
cambiar la cultura política de la sociedad mexicana, e iniciar un
proceso de transición a la democracia que, a partir de entonces, ha
transcurrido de manera lenta pero efectiva, y se ha visto reflejado en
diferentes planos de la vida política nacional.
Grupos
radicales
A pesar de que la apertura democrática convenció a algunos
jóvenes militantes del movimiento de 1968 a participar a través de los
canales legales, otros en cambio optaron por radicalizarse; a ello
contribuyeron sin duda hechos como la manifestación estudiantil del 10
de junio de 1971, que fue reprimida y dejó un saldo de varios muertos y
heridos. Así, al reflexionar que la mejor vía para cambiar al país era
la lucha armada, surgiría la guerrilla, ya fuera en la montaña o en la
ciudad. Hombres como Genaro Vázquez Rojas o Lucio Cabañas encabezarían
grupos que llevaron a cabo secuestros, asaltos a cuarteles y
guarniciones militares y otros actos violentos. Además de éstos
aparecieron numerosos grupos: el Frente Urbano Zapatista, el Movimiento
de Acción Revolucionaria, las Fuerzas Revolucionarias Armadas, el
Comité Estudiantil Revolucionario, el Comando Armado del Pueblo, las
Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución y otros. Todos estos grupos
mantuvieron un clima de inestabilidad e implicaron respuestas violentas
por parte del Estado.