Poema de la culpa de Jose Angel Buesa
Yo la amé, y era de otro, que también la quería. Perdónala Señor, porque la culpa es mía. Después de haber besado sus cabellos de trigo, nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo mis labios están dulces por ese amor amargo. Ella fué como un agua callada que corría ... Su es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tu que le diste a ella su frescura de lluvia y esplendor de estrella. Su alma era transparente como un vaso vacío: Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tu hicistes que fuera turbadora y fragante como la primavera? ¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío sobre la yerba seca y ávida del estío?
Trataré de rechazarla, Señor, inutilmente, como un surco que intenta rechazar el simiente. Era de otro. Era de otro que no la merecía, y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Yo la amé, y era de otro, que también la quería. Perdónala Señor, porque la culpa es mía. Después de haber besado sus cabellos de trigo, nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo mis labios están dulces por ese amor amargo. Ella fué como un agua callada que corría ... Su es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tu que le diste a ella su frescura de lluvia y esplendor de estrella. Su alma era transparente como un vaso vacío: Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tu hicistes que fuera turbadora y fragante como la primavera? ¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío sobre la yerba seca y ávida del estío?
Trataré de rechazarla, Señor, inutilmente, como un surco que intenta rechazar el simiente. Era de otro. Era de otro que no la merecía, y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño: Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño. Y ella me dió su amor como se da una rosa como quien lo da todo, dando tan poca cosa...
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco: Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hicistes bella y me distes los ojos para mirarla a ella. Si. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Senor, y es tan suave, y tan clara, que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso,Señor, perdoname, porque es tan bella, que tú, que hicistes el agua, y la flor, y la estrella, tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre, tu también la amarías, ¡si pudieras ser hombre
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Io la amai, e era di un altro che anche lui l’amava. Perdonala Signore, perché la colpa è mia. Dopo aver baciato i suoi capelli di grano, non importa la colpa, perché non importa il castigo.
Fu un peccato amarla, Signore e tuttavia le mie labbra sono dolci per questo amore amaro. Ella fu come un’acqua che scorreva silenziosa… Se è colpa aver sete, tutta la colpa è mia.
Perdonala Signore, tu che le donasti la freschezza della pioggia e lo splendor di stella. La sua Anima era trasparente come un bicchiere di cristallo vuoto: io lo riempii di amore. Tutto il peccato è mio.
Però, come non amarla, se tu facesti che fosse conturbante e fragrante come la primavera? Come non averla amata, se era come la rugiada sull’erba arida e avida dell’estate?
Tentai di respingerla, Signore inutilmente, come un solco che tenta di rifiutare il seme. Era di un altro. Era di un altro che non la meritava, e per questo che dalle sua braccia continuava ad essere mia.
Io la amai, e era di un altro che anche lui l’amava. Perdonala Signore, perché la colpa è mia. Dopo aver baciato i suoi capelli di grano, non importa la colpa, perché non importa il castigo.
Fu un peccato amarla, Signore e tuttavia le mie labbra sono dolci per questo amore amaro. Ella fu come un’acqua che scorreva silenziosa… Se è colpa aver sete, tutta la colpa è mia.
Perdonala Signore, tu che le donasti la freschezza della pioggia e lo splendor di stella. La sua Anima era trasparente come un bicchiere di cristallo vuoto: io lo riempii di amore. Tutto il peccato è mio.
Però, come non amarla, se tu facesti che fosse conturbante e fragrante come la primavera? Come non averla amata, se era come la rugiada sull’erba arida e avida dell’estate?
Tentai di respingerla, Signore inutilmente, come un solco che tenta di rifiutare il seme. Era di un altro. Era di un altro che non la meritava, e per questo che dalle sua braccia continuava ad essere mia.
Era di un altro, Signore, però ci sono cose che non hanno padrone: Le rose e i fiumi, l’amore e i sogni. Così ella mi diede il suo amore come si da una rosa come chi da tutto, dando così ben poca cosa…
Una strana ubriachezza ci vinse poco a poco: Ella non fu colpabile, Signore… nemmeno io lo sono!
La colpa è tutta Tua, perché la facesti bella e mi donasti gli occhi per guardarla. Si. La nostra colpa e Tua, se è una colpa amare e se colpa di un fiume quando scorre fino al mare.
E’ tanto bella, Signore, ed è tanto soave e tanto chiara, che sarebbe un peccato maggiore se non l’amassi.
Per questo, Signore, perdonami, perché è tanto bella, che Tu, che facesti l’acqua il fiore e la stella, Tu che senti il lamento di questo dolore senza nome, anche Tu l’ameresti, se postessi essere uomo
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